El jardín botánico de la UNAM, fundado en 1959 por los botánicos Faustino Miranda y Manuel Ruíz Oronóz, es un lugar simplemente mágico que reserva un total de 15 colecciones que incluyen más de 1700 especies de plantas nativas.
La primera vez que descubrí este lugar fue en mis años de bachillerato, en pleno CCH sur. En una clase, curiosamente de literatura y no de biología, visitamos el jardín que se encontraba a unos pasos de la sala de clase. Jamás imaginé que algo tan vasto existiera como una suerte de oasis entre plazas comerciales gigantes y arterias de vías cargadas del tráfico citadino del periférico.
Posteriormente, en la universidad, mis visitas fueron disminuyendo, pues el acceso, aunque no era lejos de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales, sí podía llegar a tomar más tiempo, y las horas de clase no lo permitían. De todos modos, fue mi lugar preferido por muchos años, aquí fue donde nacería mi interés por la macrofotografía y la poesía.
El terreno que encontramos en esta parte de la Ciudad de México se caracteriza por estar rodeado de piedra volcánica, debido a la erupción del volcán Xitle hace muchos años. Se puede tener acceso al jardín desde el Instituto de Biología de la Universidad Nacional Autónoma de México o desde el estacionamiento del Colegio de Ciencias y Humanidades (plantel sur).
Si nos posicionamos desde la entrada del Instituto de Biología podemos encontrar el famoso “árbol de manitas” (Chiranthodendron Pentadactylon), el cual es también símbolo de la Sociedad Botánica de México.
Su nombre popular se inspira en sus flores con forma de mano. Este árbol puede llegar a medir hasta 30 m de alto y se distribuye en la zona sur del país hasta Guatemala. Se tienen registros que demuestran el uso de estas flores desde la época de los aztecas quienes las preparaban en infusiones para tratar úlceras crónicas, hemorroides y para aliviar el dolor y la inflamación de los ojos. Científicamente ya han sido comprobadas algunas de sus propiedades antibacterianas y antiespasmódicas. El famoso naturalusta Alexander von Humboldt se interesó por este árbol a su llegada a México y se dedicó a estudiar algunas de sus propiedades.
*Fotografía tomada en 2016. Créditos a Camila por dejarme tomar la foto de su mano perfectamente posicionada a 90 grados posición noreste sobre 2.240 metros sobre el nivel del mar para mostrar la flor de manita. jajajjaja
Mi mano en contraste con el tamaño de la hoja del “Árbol de manitas”.
Una vez dentro del jardín encontraremos la zona de cactáceas donde hay una gran diversidad de especies y formas. Podrán apreciar también toda una gama de flores y plantas endémicas de la región, entre ellas las dalias, girasoles morados y algunos helechos que crecen entre las rocas, además de varios estanques que resguardan, a su vez, una inmensa cantidad de insectos y anfibios (sin mencionar los reptiles y aves que conforman un ecosistema en este sitio).
No se dejen sorprender por las escaleras, lo dio por experiencia, jajaja.
No es recomendable acariciarlos.
Colores y detalles
Formas
Patrones
Dalias omnipresentes
Peces no tan endémicos, pero sí muy bellos y glotones
Son tímidos
Placas con información de las mariposas que se pueden encontrar :)
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